Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Corintios 11:2-34 verso por verso
Los alabo porque en todo se acuerdan de mí y retienen las enseñanzas transmitidas tal como yo se las entregué.
Pero quiero que sepan que Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer, y Dios es la cabeza de Cristo.
Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza.
Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza no cubierta, afrenta su cabeza, porque da lo mismo que si se hubiese rapado.
Porque si la mujer no se cubre, que se corte todo el cabello; y si le es vergonzoso cortarse el cabello o raparse, que se cubra.
El hombre no ha de cubrir su cabeza, porque él es la imagen y la gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre.
Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre.
Además, el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre.
Por lo cual, la mujer debe tener una señal de autoridad sobre su cabeza por causa de los ángeles.
No obstante, en el Señor ni el hombre existe aparte de la mujer ni la mujer existe aparte del hombre.
Porque así como la mujer proviene del hombre, así también el hombre nace de la mujer; pero todo proviene de Dios.
Juzguen por ustedes mismos: ¿Es apropiado que la mujer ore a Dios con la cabeza no cubierta?
¿Acaso no les enseña la naturaleza misma que le es deshonroso al hombre dejarse crecer el cabello,
mientras que a la mujer le es honroso dejarse crecer el cabello? Porque le ha sido dado el cabello en lugar de velo.
Con todo, si alguien quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios.
Pero al encargarles lo siguiente no los alabo; pues no se reúnen para lo mejor, sino para lo peor.
Primeramente, porque cuando se reúnen como iglesia, oigo que hay entre ustedes disensiones, y en parte lo creo;
porque es preciso que haya entre ustedes hasta partidismos, para que se manifiesten entre ustedes los que son aprobados.
Porque cuando se reúnen en uno, eso no es para comer la Cena del Señor,
pues cada cual se adelanta a comer su propia cena; y mientras uno tiene hambre, otro se halla embriagado.
¿Acaso no tienen casas en donde comer y beber? ¿O menosprecian la iglesia de Dios y avergüenzan a los que no tienen? ¿Qué les diré? ¿Los alabaré? ¡En esto no los alabo!
Porque yo recibí del Señor la enseñanza que también les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan;
y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: “Tomen, coman. Esto es mi cuerpo que por ustedes es partido. Hagan esto en memoria de mí”.
Asimismo, tomó también la copa después de haber cenado, y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre. Hagan esto todas las veces que la beban en memoria de mí”.
Todas las veces que coman este pan y beban esta copa, anuncian la muerte del Señor, hasta que él venga.
De modo que cualquiera que coma este pan y beba esta copa del Señor de manera indigna, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor.
Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa.
Porque el que come y bebe, no discerniendo el cuerpo, juicio come y bebe para sí.
Por eso hay entre ustedes muchos enfermos y debilitados, y muchos duermen.
Pero si nos examináramos bien a nosotros mismos, no se nos juzgaría.
Pero siendo juzgados, somos disciplinados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros.
Si alguien tiene hambre, coma en su casa, para que no se reúnan para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando llegue.