Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Corintios 14:5-20 verso por verso
Así que, yo quisiera que todos ustedes hablaran en lenguas, pero más, que profetizaran; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete, para que la iglesia reciba edificación.
Ahora pues, hermanos, si yo fuera a ustedes hablando en lenguas, ¿de qué provecho les sería, si no les hablara con revelación, o con conocimiento, o con profecía, o con enseñanza?
Aun las cosas inanimadas como la flauta o el arpa, cuando producen sonido, si no hacen clara distinción de tonos, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o se toca con el arpa?
También, si la trompeta produce un sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla?
Así también ustedes, si mediante la lengua no producen palabras comprensibles, ¿cómo se entenderá lo que se dice? Porque estarán hablando al aire.
Hay, por ejemplo, tanta diversidad de idiomas en el mundo; y ninguno carece de significado.
Por eso, si yo desconozco el significado del idioma, seré como extranjero al que habla, y el que habla será como extranjero para mí.
Así también ustedes; puesto que anhelan los dones espirituales, procuren abundar en ellos para la edificación de la iglesia.
Por eso, quien habla en una lengua, pida en oración poderla interpretar.
Porque si yo oro en una lengua, mi espíritu ora; pero mi entendimiento queda sin fruto.
¿Qué pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento. Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.
Pues de otro modo, si das gracias con el espíritu, ¿cómo dirá “amén” a tu acción de gracias el que ocupa el lugar de indocto, ya que no sabe lo que estás diciendo?
Porque tú, a la verdad, expresas bien la acción de gracias, pero el otro no es edificado.
Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos ustedes.
Sin embargo, en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi sentido, para que enseñe también a los demás, que diez mil palabras en una lengua.
Hermanos, no sean niños en el entendimiento; más bien, sean bebés en la malicia, pero hombres maduros en el entendimiento.