Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Corintios 15:12-46 verso por verso
Ahora bien, si Cristo es predicado como que ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo es que algunos entre ustedes dicen que no hay resurrección de muertos?
Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado.
Y si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación; vana también es la fe de ustedes.
Y aun somos hallados falsos testigos de Dios, porque hemos atestiguado de Dios que resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si se toma por sentado que los muertos no resucitan.
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado;
y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es inútil; todavía están en sus pecados.
En tal caso, también los que han dormido en Cristo han perecido.
¡Si solo en esta vida hemos tenido esperanza en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres!
Pero ahora, Cristo sí ha resucitado de entre los muertos, como primicias de los que durmieron.
Puesto que la muerte entró por medio de un hombre, también por medio de un hombre ha venido la resurrección de los muertos.
Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.
Pero cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.
Después el fin, cuando él entregue el reino al Dios y Padre, cuando ya haya anulado todo principado, autoridad y poder.
Porque es necesario que él reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies.
El último enemigo que será destruido es la muerte.
Porque ha sujetado todas las cosas debajo de sus pies. Pero cuando dice: “Todas las cosas están sujetas a él”, claramente está exceptuando a aquel que le sujetó todas las cosas.
Pero cuando aquel le ponga en sujeción todas las cosas, entonces el Hijo mismo también será sujeto al que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea el todo en todos.
Por otro lado, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos? Si los muertos de ninguna manera resucitan, ¿por qué, pues, se bautizan por ellos?
¿Y por qué, pues, nos arriesgamos nosotros a toda hora?
Sí, hermanos, cada día muero; lo aseguro por lo orgulloso que estoy de ustedes en Cristo Jesús nuestro Señor.
Si como hombre batallé en Éfeso contra las fieras, ¿de qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, ¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!.
No se dejen engañar: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres”.
Vuelvan a la sobriedad, como es justo, y no pequen más, porque algunos tienen ignorancia de Dios. Para vergüenza de ustedes lo digo.
Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vienen?
Necio, lo que tú siembras no llega a tener vida a menos que muera.
Y lo que siembras, no es el cuerpo que ha de salir, sino el mero grano, ya sea de trigo o de otra cosa.
Pero Dios le da un cuerpo como quiere, a cada semilla su propio cuerpo.
No toda carne es la misma carne; sino que una es la carne de los hombres, otra la carne de los animales, otra la de las aves y otra la de los peces.
También hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales. Pero de una clase es la gloria de los celestiales; y de otra, la de los terrenales.
Una es la gloria del sol, otra es la gloria de la luna y otra la gloria de las estrellas; porque una estrella es diferente de otra en gloria.
Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción; se resucita en incorrupción.
Se siembra en deshonra; se resucita con gloria. Se siembra en debilidad; se resucita con poder.
Se siembra cuerpo natural; se resucita cuerpo espiritual. Hay cuerpo natural; también hay cuerpo espiritual.
Así también está escrito: el primer hombre Adán llegó a ser un alma viviente; y el postrer Adán, espíritu vivificante.
Pero lo espiritual no es primero, sino lo natural; luego lo espiritual.