Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Corintios 7:1-14 verso por verso
En cuanto a las cosas de que me escribieron, bueno es para el hombre no tocar mujer.
Pero a causa de la inmoralidad sexual, cada hombre tenga su esposa, y cada mujer tenga su esposo.
El esposo cumpla con su esposa el deber conyugal; asimismo la esposa con su esposo.
La esposa no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposo; asimismo el esposo tampoco tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposa.
No se nieguen el uno al otro, a menos que sea de acuerdo mutuo por algún tiempo, para que se dediquen a la oración y vuelvan a unirse en uno, para que no los tiente Satanás a causa de su incontinencia.
Esto digo a modo de concesión, no como mandamiento.
Más bien, quisiera que todos los hombres fuesen como yo; pero cada uno tiene su propio don procedente de Dios: uno de cierta manera y otro de otra manera.
Digo, pues, a los no casados y a las viudas que les sería bueno si se quedasen como yo.
Pero si no tienen don de continencia, que se casen; porque mejor es casarse que quemarse.
Pero a los que se han casado mando, no yo, sino el Señor: que la esposa no se separe de su esposo
(pero si ella se separa, que quede sin casarse o que se reconcilie con su esposo), y que el esposo no abandone a su esposa.
A los demás digo yo, no el Señor: que si algún hermano tiene esposa no creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.
Y si alguna esposa tiene esposo no creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.
Porque el esposo no creyente es santificado en la esposa, y la esposa no creyente en el creyente. De otra manera sus hijos serían impuros, pero ahora son santos.