Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Juan 2:7-21 verso por verso
Amados, no les escribo un mandamiento nuevo sino el mandamiento antiguo que tenían desde el principio. El mandamiento antiguo es la palabra que han oído.
Otra vez les escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en ustedes, porque las tinieblas van pasando y la luz verdadera ya está alumbrando.
El que dice que está en la luz y odia a su hermano, está en tinieblas todavía.
El que ama a su hermano permanece en la luz y en él no hay tropiezo.
Pero el que odia a su hermano está en tinieblas y anda en tinieblas; y no sabe a dónde va porque las tinieblas le han cegado los ojos.
Les escribo a ustedes, hijitos, porque los pecados de ustedes han sido perdonados por causa de su nombre.
Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al maligno. Les he escrito a ustedes, niñitos, porque han conocido al Padre.
Les he escrito a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les he escrito a ustedes, jóvenes, porque son fuertes, y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno.
No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él
porque todo lo que hay en el mundo — los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la soberbia de la vida — no proviene del Padre sino del mundo.
Y el mundo está pasando y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Hijitos, ya es la última hora; y como oyeron que el anticristo había de venir, así también ahora han surgido muchos anticristos. Por esto sabemos que es la última hora.
Salieron de entre nosotros pero no eran de nosotros; porque si hubieran sido de nosotros habrían permanecido con nosotros. Pero salieron para que fuera evidente que no todos eran de nosotros.
Pero ustedes tienen la unción de parte del Santo y conocen todas las cosas.
No les escribo porque desconozcan la verdad sino porque la conocen y porque ninguna mentira procede de la verdad.