Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Pedro 3:5-60 verso por verso
Porque así también se adornaban en tiempos antiguos aquellas santas mujeres que esperaban en Dios y estaban sujetas a su propio marido.
Así Sara obedeció a Abraham llamándolo señor. Y ustedes han venido a ser hijas de ella si hacen el bien y no tienen miedo de ninguna amenaza.
Ustedes, maridos, de la misma manera vivan con ellas con comprensión, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que las oraciones de ustedes no sean estorbadas.
Finalmente, sean todos de un mismo sentir: compasivos, amándose fraternalmente, misericordiosos y humildes.
No devuelvan mal por mal ni maldición por maldición sino, por el contrario, bendigan; pues para esto han sido llamados, para que hereden bendición.
Porque: El que quiere amar la vida y ver días buenos refrene su lengua del mal, y sus labios no hablen engaño.
Apártese del mal y haga el bien. Busque la paz y sígala.
Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones. Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.
¿Quién es aquel que les podrá hacer daño si son apasionados por el bien?
Pero aun si llegan a padecer por causa de la justicia, son bienaventurados. Por tanto, no tengan miedo por temor de ellos ni sean turbados.
Más bien, santifiquen en su corazón a Cristo como Señor y estén siempre listos para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con mansedumbre y reverencia.
Tengan buena conciencia para que, en lo que hablan mal, sean avergonzados los que se burlan de su buena manera de vivir en Cristo.
Porque es mejor que padezcan haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.
Porque Cristo también padeció una vez para siempre por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios; siendo a la verdad muerto en la carne pero vivificado en el espíritu;
en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados
que en otro tiempo fueron desobedientes, cuando en los días de Noé la paciencia de Dios esperaba mientras se construía el arca. En esta arca fueron salvadas a través del agua pocas personas; es decir, ocho.
El bautismo, que corresponde a esta figura, ahora, mediante la resurrección de Jesucristo, los salva, no por quitar las impurezas de la carne sino como apelación de una buena conciencia hacia Dios.
Ahora él, habiendo ascendido al cielo, está a la diestra de Dios; y los ángeles, las autoridades y los poderes están sujetos a él.