Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Reyes 10:19-28 verso por verso
El trono tenía seis gradas, y la parte alta del respaldo era redonda. A ambos lados del asiento tenía soportes para los brazos, y junto a los brazos había dos leones de pie.
Había también doce leones de pie, uno a cada lado de las seis gradas. Jamás se hizo algo semejante para ningún reino.
Todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y toda la vajilla de la Casa del Bosque del Líbano era de oro fino. Nada era de plata, pues en los días de Salomón esta no era estimada para nada.
Porque el rey tenía en el mar la flota de Tarsis con la flota de Hiram; y una vez cada tres años venía la flota de Tarsis trayendo oro, plata, marfil, monos y pavos reales.
El rey Salomón superaba a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.
Y toda la tierra procuraba estar en la presencia de Salomón para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.
Año tras año cada uno de ellos le llevaba su presente: objetos de plata, objetos de oro, vestiduras, armas, perfumes, caballos y mulos.
Salomón también acumuló carros y jinetes. Tenía mil cuatrocientos carros y doce mil jinetes, que puso en las ciudades de los carros, y en Jerusalén junto al rey.
El rey hizo que la plata fuera tan común en Jerusalén como las piedras, y que el cedro fuera tan abundante como los sicómoros que hay en la Sefela.
Los caballos de Salomón provenían de Egipto y de Coa. Los mercaderes del rey los adquirían en Coa al contado.