Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Reyes 10:2-11 verso por verso
Vino a Jerusalén con un gran séquito, con camellos cargados de especias aromáticas, oro en gran abundancia y piedras preciosas. Cuando vino a Salomón, habló con él de todo lo que tenía en su corazón.
Y Salomón respondió a todas sus preguntas; ninguna cosa hubo tan difícil que el rey no le pudiera responder.
La reina de Saba vio toda la sabiduría de Salomón, la casa que había edificado,
los manjares de su mesa, las sillas de sus servidores, la presentación y las vestiduras de sus siervos, sus coperos y los holocaustos que él ofrecía en la casa del SEÑOR; y se quedó sin aliento.
Entonces dijo al rey: “¡Era verdad lo que había oído en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría!
Yo no creía las palabras hasta que vine, y mis ojos lo han visto. Y he aquí que no se me había contado ni la mitad. En sabiduría y en bienes tú superas la fama que yo había oído.
¡Dichosos tus hombres, dichosos estos servidores tuyos que continuamente están de pie delante de ti y escuchan tu sabiduría!
¡Bendito sea el SEÑOR tu Dios, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel! Por causa del eterno amor que el SEÑOR tiene por Israel, te ha constituido rey, a fin de que practiques el derecho y la justicia”.
Entonces ella dio al rey cuatro mil kilos de oro, una gran cantidad de especias aromáticas y piedras preciosas. Nunca llegó una cantidad tan grande de especias aromáticas como la que la reina de Saba dio al rey Salomón.
También la flota de Hiram, que traía oro de Ofir, trajo de Ofir gran cantidad de madera de sándalo y piedras preciosas.