Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Reyes 13:4-11 verso por verso
Sucedió que cuando el rey Jeroboam oyó la palabra que el hombre de Dios había clamado contra el altar de Betel, extendió su mano desde el altar, diciendo: — ¡Préndanlo! Pero se le secó la mano que había extendido contra él, de manera que no pudo volverla hacia sí.
Entonces el altar se partió, y la ceniza se desparramó del altar, conforme a la señal que el hombre de Dios había dado por mandato del SEÑOR.
Entonces el rey respondió y dijo al hombre de Dios: — Implora, por favor, al SEÑOR tu Dios y ora por mí, para que mi mano me sea restaurada. El hombre de Dios imploró el favor del SEÑOR, y la mano del rey le fue restaurada, y volvió a ser como antes.
Entonces el rey dijo al hombre de Dios: — Ven conmigo a casa y come, y yo te daré un presente.
Pero el hombre de Dios respondió al rey: — Aunque me dieras la mitad de tu casa, no iría contigo ni comería pan ni bebería agua en este lugar;
porque me ha sido ordenado por mandato del SEÑOR, diciendo: “No comas pan ni bebas agua ni vuelvas por el camino que vayas”.
Se fue, pues, por otro camino y no volvió por el camino por donde había venido a Betel.
Vivía en Betel un profeta anciano, a quien fueron sus hijos y le contaron todo lo que el hombre de Dios había hecho aquel día en Betel. También contaron a su padre las palabras que había hablado al rey.