Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Reyes 20:31-34 verso por verso
Sus servidores dijeron a Ben-hadad: — He aquí, hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes clementes. Pongamos, pues, cilicio sobre nuestras espaldas y sogas a nuestros cuellos, y salgamos al rey de Israel; quizás nos perdone la vida.
Entonces se ciñeron sus lomos con cilicio y pusieron sogas a sus cuellos, y fueron al rey de Israel y dijeron: — Tu siervo Ben-hadad dice: “Por favor, perdóname la vida”. Y él respondió: — ¿Todavía vive? ¡Es mi hermano!
Aquellos hombres tomaron esto como buen augurio y se apresuraron a tomarle la palabra, diciendo: — ¡Tu hermano es Ben-hadad! Él dijo: — Vayan y tráiganlo. Ben-hadad se presentó ante Acab, quien lo hizo subir en su carro.
Luego le dijo Ben-hadad: — Yo restituiré las ciudades que mi padre tomó a tu padre. Tú también podrás establecer centros comerciales en Damasco, como mi padre hizo en Samaria. — Entonces con este convenio yo te dejaré ir libre. Hizo, pues, un convenio con él y lo dejó ir.