Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Samuel 17:1-16 verso por verso
Los filisteos reunieron sus tropas para la guerra y se congregaron en Soco, que pertenecía a Judá. Después acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim.
También Saúl y los hombres de Israel se reunieron y acamparon en el valle de Ela y dispusieron la batalla contra los filisteos.
Los filisteos estaban a un lado sobre una colina, y los israelitas al otro lado sobre otra colina; y el valle estaba entre ellos.
Entonces, de las tropas de los filisteos salió un paladín que se llamaba Goliat, de Gat. Este tenía de estatura casi tres metros.
Llevaba un casco de bronce en la cabeza y estaba vestido con una cota de malla de bronce que pesaba cincuenta kilos.
Sobre sus piernas tenía grebas de bronce y entre sus hombros llevaba una jabalina de bronce.
El asta de su lanza parecía un rodillo de telar, y su punta de hierro pesaba siete kilos. Y su escudero iba delante de él.
Entonces se detuvo y gritó al ejército de Israel, diciendo: — ¿Para qué salen a disponer la batalla? ¿No soy yo el filisteo, y ustedes los siervos de Saúl? ¡Escojan de entre ustedes un hombre que venga contra mí!
Si él puede luchar conmigo y me vence, nosotros seremos sus esclavos. Pero si yo puedo más que él y lo venzo, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán.
— Y el filisteo añadió — : ¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Denme un hombre para que luche contra mí!
Cuando Saúl y todo Israel oyeron estas palabras del filisteo, se amedrentaron y tuvieron mucho temor.
Ahora bien, David era hijo de un hombre efrateo de Belén de Judá, que se llamaba Isaí y que tenía ocho hijos. En los días de Saúl este hombre era anciano, de edad muy avanzada.
Los tres hijos mayores de Isaí habían ido tras Saúl a la guerra. Los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra eran: Eliab el primogénito, Abinadab el segundo y Sama el tercero.
David era el menor. Y mientras los tres mayores habían ido tras Saúl,
David iba y volvía de donde estaba Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén.
Aquel filisteo se aproximaba por la mañana y por la tarde, presentándose así durante cuarenta días.