Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Samuel 17:20-30 verso por verso
David se levantó muy de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, tomó las cosas y se fue, como Isaí le había mandado. Llegó al círculo del campamento cuando las fuerzas disponían la batalla y daban el grito de guerra.
Los israelitas y los filisteos estaban dispuestos, ejército contra ejército.
Las cosas que David traía las dejó en manos del guarda del equipaje, y corrió hacia el ejército. Cuando llegó, saludó a sus hermanos, deseándoles paz.
Entonces, mientras hablaba con ellos, he aquí aquel paladín que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió del ejército de los filisteos y repitió las mismas palabras, las cuales oyó David.
Todos los hombres de Israel, al ver a aquel hombre, huían de su presencia y tenían mucho miedo.
Los hombres de Israel decían: — ¿Han visto a ese hombre que ha salido? Él se adelanta para desafiar a Israel. Y sucederá que al que lo venza, el rey lo enriquecerá con grandes riquezas, le dará su hija y eximirá de tributos a su casa paterna en Israel.
David habló a los que estaban junto a él y preguntó: — ¿Qué harán por el hombre que venza a ese filisteo y quite la afrenta de Israel? Porque, ¿quién es ese filisteo incircunciso para que desafíe a los escuadrones del Dios viviente?
La gente le respondió las mismas palabras, diciendo: — Así se hará al hombre que lo venza.
Eliab, su hermano mayor, lo oyó hablar a los hombres. Entonces Eliab se encendió en ira contra David y le preguntó: — ¿Para qué has descendido acá? ¿Y con quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? ¡Yo conozco tu arrogancia y la malicia de tu corazón! ¡Has descendido para ver la batalla!
David respondió: — ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No fue solo una palabra?
Se apartó de él hacia otro y preguntó lo mismo. Y la gente le respondió igual que antes.