Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Samuel 18:10-21 verso por verso
Aconteció al día siguiente que un espíritu malo de parte de Dios se apoderó de Saúl, y este desvariaba dentro de su casa. David tañía el arpa con su mano, como lo hacía día tras día, y Saúl tenía una lanza en la mano.
Entonces Saúl arrojó la lanza pensando: “¡Clavaré a David en la pared!”. Pero David lo esquivó dos veces.
Saúl temía a David porque el SEÑOR estaba con él, mientras que se había apartado de Saúl.
Entonces Saúl alejó de sí a David, haciéndolo jefe de mil; y este salía y entraba al frente del pueblo.
David tenía éxito en todos sus asuntos, pues el SEÑOR estaba con él.
Al ver Saúl que David tenía mucho éxito, le tenía miedo.
Pero todo Israel y Judá amaban a David, porque él era quien salía y entraba al frente de ellos.
Entonces Saúl dijo a David: — He aquí Merab, mi hija mayor. Yo te la daré por mujer, con tal que me seas un hombre valiente y lleves a cabo las batallas del SEÑOR. Pero Saúl pensaba: “No será mi mano contra él. ¡La mano de los filisteos será contra él!”.
David respondió a Saúl: — ¿Quién soy yo, y qué es mi vida o la familia de mi padre en Israel, para que yo sea yerno del rey?
Pero sucedió que cuando llegó el tiempo en que Merab, hija de Saúl, debía ser dada a David, fue dada por mujer a Adriel el mejolatita.
Pero Mical, la otra hija de Saúl, amaba a David. Esto le fue dicho a Saúl, y el asunto le pareció bien.
Luego pensó Saúl: “Yo se la daré para que le sirva de trampa y para que la mano de los filisteos sea contra él”. Y Saúl dijo a David por segunda vez: — Hoy serás mi yerno.