Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Samuel 20:4-31 verso por verso
Entonces Jonatán dijo a David: — Haré por ti lo que tú digas.
Y David respondió a Jonatán: — He aquí que mañana es luna nueva, y yo debo sentarme con el rey para comer. Pero tú dejarás que me vaya y me esconda en el campo hasta el atardecer del tercer día.
Si tu padre me echa de menos, dirás: “David me pidió encarecidamente que lo dejara ir de inmediato a Belén, su ciudad, porque todos los de su familia tienen allá el sacrificio anual”.
Si él dice: “Está bien”, entonces tu siervo tendrá paz. Pero si se enoja, sabrás que el mal está determinado de parte de él.
Tendrás, pues, misericordia de tu siervo, ya que has hecho entrar a tu siervo en un pacto del SEÑOR contigo. Si hay maldad en mí, mátame tú. ¿Para qué llevarme hasta tu padre?
Y Jonatán respondió: — ¡Nunca te suceda tal cosa! Antes bien, si llego a saber que está determinado de parte de mi padre que el mal venga contra ti, ¿no te lo avisaré yo?
Entonces David preguntó a Jonatán: — ¿Quién me avisará, si tu padre te responde con aspereza?
Jonatán dijo a David: — Ven, salgamos al campo. Salieron ambos al campo,
y Jonatán dijo a David: — Vive el SEÑOR Dios de Israel, que cuando yo haya hablado con mi padre mañana como a esta hora, las nueve de la mañana, he aquí que si él muestra buen ánimo para con David, ¿no enviaré yo para hacértelo saber?
Pero si mi padre quiere hacerte daño, ¡así haga el SEÑOR a Jonatán y aun le añada, si no te lo hago saber! Así te despediré, y te irás en paz; y que el SEÑOR esté contigo, como estuvo con mi padre.
Y si quedo vivo, muéstrame la misericordia del SEÑOR, para que yo no muera.
Cuando el SEÑOR destruya de la tierra uno por uno a los enemigos de David, no elimines para siempre tu misericordia de mi casa.
Así Jonatán hizo un pacto con la casa de David, y dijo: — ¡El SEÑOR lo demande de mano de los enemigos de David!
Jonatán hizo jurar de nuevo a David, a causa de su amor por él; porque lo amaba con toda su alma.
Luego le dijo Jonatán: — Mañana es luna nueva, y tú serás echado de menos, porque tu asiento quedará vacío.
Al tercer día descenderás rápidamente y vendrás al lugar donde estabas escondido cuando empezó este problema. Esperarás junto a aquella piedra.
Yo tiraré tres flechas en esa dirección, simulando tirar al blanco.
Y he aquí que enviaré al muchacho diciéndole: “¡Ve y busca las flechas!”. Si digo al muchacho: “¡He aquí, las flechas están más acá de ti; tómalas!”, tú vendrás; porque hay paz y no hay peligro. ¡Vive el SEÑOR!
Pero si yo digo al muchacho: “¡He allí, las flechas están más allá de ti!”, vete; porque el SEÑOR te manda.
Y en cuanto a las palabras que tú y yo hemos hablado, he aquí que el SEÑOR es testigo entre tú y yo para siempre.
David se escondió en el campo. Y cuando llegó la luna nueva, el rey se sentó a la mesa para comer.
Como solía, el rey se sentó en su silla, la silla junto a la pared. Jonatán se levantó, y Abner se sentó al lado de Saúl; pero el lugar de David quedó vacío.
Aquel día Saúl no dijo nada, pues pensó: “Algo le habrá acontecido, y no está purificado. Seguramente no está purificado”.
Pero sucedió que al día siguiente, el segundo día después de la luna nueva, el asiento de David quedó vacío, por lo que Saúl preguntó a su hijo Jonatán: — ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí ni ayer ni hoy?
Jonatán respondió a Saúl: — David me pidió encarecidamente que lo dejara ir a Belén.
Él me dijo: “Por favor, déjame ir, porque los de mi familia tenemos un sacrificio en la ciudad, y mi hermano me lo ha ordenado. Por eso, si he hallado gracia ante tus ojos, permite que me vaya y visite a mis hermanos”. Por eso no ha venido a la mesa del rey.
Entonces Saúl se enfureció contra Jonatán y le dijo: — ¡Hijo de la corrompida y rebelde! ¿Acaso no sé que tú has elegido al hijo de Isaí, para vergüenza tuya y para vergüenza de la desnudez de tu madre?
Todo el tiempo que el hijo de Isaí viva sobre la tierra ni tú estarás firme ni tu reino. Manda, pues, a traérmelo, porque ha de morir.