Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Samuel 23:7-15 verso por verso
Y cuando le fue dicho a Saúl que David había ido a Queila, Saúl pensó: “Dios lo ha entregado en mi mano, pues él se ha encerrado a sí mismo al entrar en una ciudad con puertas y cerrojos”.
Entonces Saúl convocó a todo el pueblo para la batalla, para descender a Queila y sitiar a David y a sus hombres.
Pero entendiendo David que Saúl planeaba el mal contra él, dijo al sacerdote Abiatar: — Trae el efod.
Entonces David dijo: — Oh SEÑOR Dios de Israel: Tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir a Queila para destruir la ciudad por causa mía.
¿Me entregarán los señores de Queila en su mano? ¿Descenderá Saúl, como tu siervo ha oído? Oh SEÑOR Dios de Israel, revélalo, por favor, a tu siervo. Y el SEÑOR respondió: — Sí, descenderá.
Luego preguntó David: — ¿Me entregarán los señores de Queila, a mí y a mis hombres, en mano de Saúl? Y el SEÑOR respondió: — Sí, te entregarán.
Entonces David se levantó con sus hombres, que eran unos seiscientos, salieron de Queila y deambularon sin rumbo fijo. Y llegó a Saúl la noticia de que David se había escapado de Queila, por lo cual desistió de salir.
David se quedó en el desierto, en los lugares de difícil acceso; se quedó en las montañas del desierto de Zif. Saúl lo buscaba todos los días, pero Dios no lo entregó en su mano.
Y David, al ver que Saúl había salido en asecho de su vida, se quedó en Hores, en el desierto de Zif.