Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Samuel 25:2-13 verso por verso
Había en Maón un hombre que tenía sus posesiones en Carmel. El hombre era muy rico, pues tenía tres mil ovejas y mil cabras; y se hallaba esquilando sus ovejas en Carmel.
El hombre se llamaba Nabal, y su mujer se llamaba Abigaíl. Ella era una mujer muy inteligente y bella, pero el hombre era brusco y de malas acciones. Él era del clan de Caleb.
David oyó en el desierto que Nabal estaba esquilando sus ovejas.
Entonces David envió a diez jóvenes, diciéndoles: — Suban a Carmel y vayan a Nabal. Salúdenlo en mi nombre
y díganle así: “¡La paz sea contigo! ¡La paz sea con tu familia! ¡La paz sea con todo lo que tienes!
He sabido que estabas esquilando. Ahora bien, tus pastores han estado con nosotros, y nunca les hicimos daño, ni les ha faltado nada durante todo el tiempo que han estado en Carmel.
Pregunta a tus criados, y ellos te lo confirmarán. Por tanto, hallen gracia ante tus ojos estos mis jóvenes, porque venimos en un día de fiesta. Por favor, da a tus siervos y a tu hijo David lo que tengas a mano”.
Cuando llegaron los jóvenes de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y se quedaron esperando.
Entonces Nabal respondió a los siervos de David, diciendo: — ¿Quién es David? ¿Quién es el hijo de Isaí? Hoy hay muchos esclavos que se escapan de sus amos.
¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, para darlos a unos hombres que ni sé de dónde son?
Los jóvenes de David se volvieron por su camino y regresaron; y cuando llegaron, refirieron a David todas estas palabras.
Luego David dijo a sus hombres: — ¡Cíñase cada uno su espada! Y cada uno se ciñó su espada. También David se ciñó su espada, y subieron tras David unos cuatrocientos hombres, dejando otros doscientos con el equipaje.