Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Samuel 25:2-17 verso por verso
Había en Maón un hombre que tenía sus posesiones en Carmel. El hombre era muy rico, pues tenía tres mil ovejas y mil cabras; y se hallaba esquilando sus ovejas en Carmel.
El hombre se llamaba Nabal, y su mujer se llamaba Abigaíl. Ella era una mujer muy inteligente y bella, pero el hombre era brusco y de malas acciones. Él era del clan de Caleb.
David oyó en el desierto que Nabal estaba esquilando sus ovejas.
Entonces David envió a diez jóvenes, diciéndoles: — Suban a Carmel y vayan a Nabal. Salúdenlo en mi nombre
y díganle así: “¡La paz sea contigo! ¡La paz sea con tu familia! ¡La paz sea con todo lo que tienes!
He sabido que estabas esquilando. Ahora bien, tus pastores han estado con nosotros, y nunca les hicimos daño, ni les ha faltado nada durante todo el tiempo que han estado en Carmel.
Pregunta a tus criados, y ellos te lo confirmarán. Por tanto, hallen gracia ante tus ojos estos mis jóvenes, porque venimos en un día de fiesta. Por favor, da a tus siervos y a tu hijo David lo que tengas a mano”.
Cuando llegaron los jóvenes de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y se quedaron esperando.
Entonces Nabal respondió a los siervos de David, diciendo: — ¿Quién es David? ¿Quién es el hijo de Isaí? Hoy hay muchos esclavos que se escapan de sus amos.
¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores, para darlos a unos hombres que ni sé de dónde son?
Los jóvenes de David se volvieron por su camino y regresaron; y cuando llegaron, refirieron a David todas estas palabras.
Luego David dijo a sus hombres: — ¡Cíñase cada uno su espada! Y cada uno se ciñó su espada. También David se ciñó su espada, y subieron tras David unos cuatrocientos hombres, dejando otros doscientos con el equipaje.
Pero uno de los criados avisó a Abigaíl, mujer de Nabal, diciendo: — He aquí que David envió unos mensajeros desde el desierto para que saludaran a nuestro amo, y él los ha despreciado,
a pesar de que esos hombres han sido muy buenos con nosotros. Nunca nos han hecho daño ni nos ha faltado nada mientras hemos andado con ellos cuando estábamos en el campo.
Nos han servido como muro de día y de noche, todos los días que hemos estado apacentando las ovejas entre ellos.
Ahora pues, mira y reconoce lo que has de hacer, porque el mal está decidido contra nuestro amo y contra toda su casa, pues él es un hombre de tan mal carácter que no hay quien pueda hablarle.