Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Samuel 3:1-19 verso por verso
El joven Samuel servía al SEÑOR delante de Elí. La palabra del SEÑOR escaseaba en aquellos días, y no había visiones con frecuencia.
Pero aconteció cierto día, mientras Elí (cuyos ojos habían comenzado a debilitarse, de modo que no podía ver) estaba acostado en su aposento
y Samuel dormía en el templo del SEÑOR donde estaba el arca de Dios, y antes que la lámpara de Dios fuera apagada,
el SEÑOR llamó a Samuel, y él respondió: — Heme aquí.
Y corrió a Elí diciendo: — Heme aquí. ¿Para qué me has llamado? Elí respondió: — Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte. Él se volvió y se acostó,
y el SEÑOR volvió a llamar: — ¡Samuel! Samuel se levantó, fue a Elí y dijo: — Heme aquí. ¿Para qué me has llamado? Elí respondió: — Hijo mío, yo no te he llamado. Vuelve a acostarte.
Samuel todavía no conocía al SEÑOR ni la palabra del SEÑOR le había sido aún revelada.
El SEÑOR llamó por tercera vez a Samuel; y él se levantó, fue a Elí y dijo: — Heme aquí. ¿Para qué me has llamado? Entonces Elí entendió que el SEÑOR llamaba al joven.
Y Elí dijo a Samuel: — Ve y acuéstate; y sucederá que si te llama, dirás: “Habla, oh SEÑOR, que tu siervo escucha”. Samuel se fue y se acostó en su sitio.
Entonces vino el SEÑOR, se paró y llamó como las otras veces: — ¡Samuel, Samuel! Samuel respondió: — Habla, que tu siervo escucha.
Y el SEÑOR dijo a Samuel: — He aquí, yo voy a hacer algo en Israel, que a quien lo escuche le retiñirán ambos oídos.
Aquel día cumpliré contra Elí, de principio a fin, todas las cosas que he hablado contra su casa.
Yo le he declarado que juzgaré a su casa para siempre, por la iniquidad que él conoce; porque sus hijos han blasfemado contra Dios, y él no les ha reprochado.
Por tanto, he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de su casa jamás será expiada ni con sacrificios ni con ofrendas.
Samuel permaneció acostado hasta la mañana. Luego abrió las puertas de la casa del SEÑOR, pero Samuel temía contar la visión a Elí.
Entonces Elí llamó a Samuel y le dijo: — Hijo mío, Samuel. Él respondió: — Heme aquí.
Él le preguntó: — ¿Qué es lo que te ha hablado? Por favor, no me lo encubras. Así te haga Dios y aun te añada, si me encubres una palabra de todo lo que ha hablado contigo.
Samuel se lo contó todo sin encubrirle nada. Entonces él dijo: — ¡Él es el SEÑOR! Que haga lo que le parezca bien.
Samuel crecía, y el SEÑOR estaba con él y no dejaba sin cumplir ninguna de sus palabras.