Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Samuel 30:3-9 verso por verso
David y sus hombres llegaron a la ciudad, y he aquí que estaba incendiada y que sus mujeres, sus hijos y sus hijas habían sido llevados cautivos.
Entonces David y la gente que estaba con él alzaron su voz y lloraron hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.
También habían sido tomadas cautivas las dos mujeres de David, Ajinoam, de Jezreel, y Abigaíl, que fuera mujer de Nabal, de Carmel.
David estaba muy angustiado, porque el pueblo hablaba de apedrearlo. Todo el pueblo estaba con ánimo amargado, cada uno por causa de sus hijos y de sus hijas. Pero David se fortaleció en el SEÑOR su Dios.
Entonces David dijo al sacerdote Abiatar hijo de Ajimelec: — Tráeme, por favor, el efod. Abiatar trajo el efod a David,
y David consultó al SEÑOR diciendo: — ¿He de perseguir a esa banda? ¿La podré alcanzar? Y el SEÑOR le respondió: — Persíguela, porque de cierto la alcanzarás y librarás a los cautivos.
Entonces David partió con los seiscientos hombres que estaban con él, y llegaron hasta el arroyo de Besor, donde se quedaron algunos de ellos.