• 1 Tesalonicenses 2:8

    Tanto es nuestro cariño para ustedes que nos parecía bien entregarles no solo el evangelio de Dios sino también nuestra propia vida, porque habían llegado a sernos muy amados.

  • 1 Tesalonicenses 2:9

    Porque se acuerdan, hermanos, de nuestro arduo trabajo y fatiga; que trabajando de día y de noche para no ser gravosos a ninguno de ustedes les predicamos el evangelio de Dios.

  • 1 Tesalonicenses 2:10

    Ustedes son testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente actuamos entre ustedes los creyentes.

  • 1 Tesalonicenses 2:11

    En esto saben que fuimos para cada uno de ustedes como el padre para sus propios hijos: Les exhortábamos, les animábamos

  • 1 Tesalonicenses 2:12

    y les insistíamos en que anduvieran como es digno de Dios, que los llama a su propio reino y gloria.

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