Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Timoteo 5:3-21 verso por verso
Honra a las viudas que realmente sean viudas.
Pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan primero a ser piadosos con los de su propia casa y a recompensar a sus padres porque esto es aceptable delante de Dios.
Ahora bien, la que es realmente viuda y que ha quedado sola, ha puesto su esperanza en Dios y persevera en súplica y oraciones de noche y de día;
pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta.
Manda también estas cosas para que sean irreprensibles.
Si alguien no tiene cuidado de los suyos, y especialmente de los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.
Sea incluida en la lista la viuda que haya cumplido por lo menos sesenta años, que haya sido esposa de un solo marido,
que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha practicado la hospitalidad, si ha lavado los pies de los santos, si ha socorrido a los afligidos y si se ha dedicado a toda buena obra.
Pero no admitas a las viudas más jóvenes porque cuando sus pasiones las apartan de Cristo quieren casarse,
estando bajo juicio por haber abandonado su primer compromiso.
Y a la vez aprenden a ser ociosas andando de casa en casa. No solo aprenden a ser ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no conviene.
Por eso quiero que las más jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa y no den al adversario ninguna ocasión de reproche
porque ya algunas se han extraviado en pos de Satanás.
Si algún creyente o alguna creyente tiene viudas, cuídelas. No sea carga para la iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que realmente son viudas.
Los ancianos que dirigen bien sean tenidos por dignos de doble honor, especialmente los que trabajan arduamente en la palabra y en la enseñanza.
Porque la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla. Además: “El obrero es digno de su salario”.
No admitas acusación contra un anciano a no ser que haya dos o tres testigos.
A los que continúan pecando repréndelos delante de todos para que los otros tengan temor.
Requiero solemnemente, delante de Dios y de Cristo Jesús y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicio, no haciendo nada con parcialidad.