Explicación, estudio y comentario bíblico de 1 Timoteo 6:1-16 verso por verso
Que todos los que están bajo el yugo de la esclavitud tengan a sus propios amos como dignos de toda honra, para que no sea desacreditado el nombre de Dios ni la doctrina.
Que los que tienen amos creyentes no los tengan en menos por ser hermanos. Al contrario, sírvanlos mejor por cuanto son creyentes y amados los que se benefician de su buen servicio. Esto enseña y exhorta.
Si alguien enseña algo diferente y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad
se ha llenado de orgullo y no sabe nada. Más bien, delira acerca de controversias y contiendas de palabras, de las cuales vienen envidia, discordia, calumnias, sospechas perversas,
y necias rencillas entre hombres de mente corrompida y privados de la verdad que tienen la piedad como fuente de ganancia.
Sin embargo, grande ganancia es la piedad con contentamiento.
Porque nada trajimos a este mundo, y es evidente que nada podremos sacar.
Así que, teniendo el sustento y con qué cubrirnos estaremos contentos con esto.
Porque los que desean enriquecerse caen en tentación y trampa, y en muchas pasiones insensatas y dañinas que hunden a los hombres en ruina y perdición.
Porque el amor al dinero es raíz de todos los males; el cual codiciando algunos, fueron descarriados de la fe y se traspasaron a sí mismos con muchos dolores.
Pero tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia, la mansedumbre.
Pelea la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna a la cual fuiste llamado y confesaste la buena confesión delante de muchos testigos.
Te mando delante de Dios, quien da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, quien dio testimonio de la buena confesión delante de Poncio Pilato,
que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo.
A su debido tiempo la mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, el Rey de reyes y Señor de señores,
el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible, a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver. A él sea la honra y el dominio eterno. Amén.