Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Crónicas 15:8-19 verso por verso
Cuando Asa oyó estas palabras y la profecía del profeta Oded, tomó ánimo y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, así como de las ciudades que él había tomado en la región montañosa de Efraín. También reparó el altar del SEÑOR que estaba delante del pórtico de la casa del SEÑOR.
Después reunió a todo Judá y Benjamín, y a los que residían con ellos de Efraín, Manasés y Simeón; pues muchos de Israel se habían pasado a él, al ver que el SEÑOR su Dios estaba con él.
Se reunieron, pues, en Jerusalén en el mes tercero del año quince del reinado de Asa.
Aquel día ofrecieron como sacrificio al SEÑOR, del botín que habían traído, setecientas vacas y siete mil ovejas.
Luego hicieron un pacto prometiendo que buscarían al SEÑOR, Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma;
y que todo el que no buscara al SEÑOR Dios de Israel muriera, fuera grande o pequeño, hombre o mujer.
Y lo juraron al SEÑOR en voz alta y con júbilo, al son de trompetas y de cornetas.
Todos los de Judá se alegraron por dicho juramento, porque juraron con todo su corazón. Así buscaron al SEÑOR con toda su voluntad, y él se dejó hallar por ellos. Y el SEÑOR les dio reposo por todas partes.
También depuso a Maaca, madre del rey Asa, de ser reina madre, porque ella había hecho una monstruosa imagen de Asera. Asa destruyó la monstruosa imagen, la desmenuzó y la quemó junto al arroyo de Quedrón.
Aunque no quitó de Israel los lugares altos, sin embargo, el corazón de Asa fue íntegro todos sus días.
Él introdujo en la casa de Dios lo que había consagrado su padre y lo que él mismo había consagrado: plata, oro y utensilios.
No hubo guerra hasta el año treinta y cinco del reinado de Asa.