Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Reyes 12:4-15 verso por verso
Entonces Joás dijo a los sacerdotes: — Todo el dinero de las cosas consagradas que se trae a la casa del SEÑOR, tanto el dinero estipulado a cada hombre (el dinero del rescate de las personas) como todo el dinero que cada uno traiga voluntariamente a la casa del SEÑOR,
tómenlo para sí los sacerdotes, cada uno de parte de su administrador, y reparen ellos las grietas del templo donde estas se encuentren.
Pero sucedió que hasta el año veintitrés del rey Joás, los sacerdotes aún no habían reparado las grietas del templo.
Entonces el rey Joás llamó al sacerdote Joyada y a los demás sacerdotes, y les dijo: — ¿Por qué no reparan las grietas del templo? Ahora pues, no tomen el dinero de sus administradores, sino denlo para reparar las grietas del templo.
Los sacerdotes consintieron en no tomar dinero del pueblo ni reparar las grietas del templo.
El sacerdote Joyada tomó un cofre, le hizo una abertura en la tapa y lo puso junto al altar, a la derecha, según uno entra en la casa del SEÑOR. Los sacerdotes que guardaban la puerta depositaban en él todo el dinero que era llevado a la casa del SEÑOR.
Y sucedía que cuando veían que había mucho dinero en el cofre, el escriba del rey y el sumo sacerdote iban y contaban el dinero que se hallaba en la casa del SEÑOR, y lo guardaban en bolsas.
Entregaban el dinero contado en manos de los que hacían la obra, los que estaban encargados de la casa del SEÑOR; y ellos lo gastaban en pagar a los carpinteros y a los constructores que reparaban la casa del SEÑOR,
a los albañiles y a los canteros, y para la compra de madera y piedra labrada, a fin de reparar las grietas de la casa del SEÑOR, y para todo lo que se gastaba en la reparación del templo.
Pero con el dinero que se llevaba a la casa del SEÑOR no hacían tazas de plata, ni despabiladeras, ni tazones, ni trompetas, ni ningún otro objeto de oro ni de plata para la casa del SEÑOR,
porque lo daban a los que hacían la obra y con él reparaban la casa del SEÑOR.
Tampoco se pedían cuentas a los hombres en cuyas manos era entregado el dinero para darlo a los que hacían la obra, pues ellos actuaban con honestidad.