Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Reyes 2:13-23 verso por verso
Entonces Eliseo recogió el manto de Elías, que se le había caído, y regresó. Luego, deteniéndose a la orilla del Jordán,
tomó el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas y dijo: — ¿Dónde está el SEÑOR, el Dios de Elías? Y cuando él también golpeó las aguas, estas se apartaron a uno y a otro lado; y Eliseo cruzó.
Lo vieron los hijos de los profetas que estaban en Jericó, al otro lado, y dijeron: — ¡El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo! Entonces fueron hacia él, se postraron ante él en tierra,
y le dijeron: — He aquí, con tus siervos hay cincuenta hombres valerosos. Que vayan ellos y busquen a tu señor; no sea que el Espíritu del SEÑOR lo haya levantado y lo haya arrojado en alguna montaña o en algún valle. Él dijo: — No los manden.
Ellos insistieron hasta que sintiéndose él avergonzado, dijo: — Envíenlos. Entonces enviaron a cincuenta hombres, los cuales lo buscaron durante tres días, pero no lo hallaron.
Cuando volvieron a él, que se había quedado en Jericó, les dijo: — ¿No les dije que no fueran?
Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: — He aquí, el lugar de esta ciudad es bueno, como lo ve mi señor; pero las aguas son malas, y la tierra es estéril.
Entonces él dijo: — Tráiganme una vasija nueva y pongan en ella sal. Se la trajeron.
Y salió al manantial de las aguas, echó dentro la sal y dijo: — Así ha dicho el SEÑOR: “Yo saneo estas aguas, y no habrá en ellas más muerte ni esterilidad”.
Y así fueron saneadas las aguas hasta el día de hoy, conforme a las palabras que Eliseo pronunció.
Después fue de allí a Betel; y cuando subía por el camino, salieron unos muchachos pequeños de la ciudad y se burlaban de él diciéndole: — ¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!