Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Reyes 4:1-12 verso por verso
Entonces una mujer, que fuera esposa de uno de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo diciendo: — Tu siervo, mi marido, ha muerto. Tú sabes que tu siervo era temeroso del SEÑOR, pero el acreedor ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos suyos.
Y Eliseo le preguntó: — ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Ella respondió: — Tu sierva no tiene ninguna cosa en casa, excepto un frasco de aceite.
Él le dijo: — Ve y pide prestadas vasijas de fuera, de todas tus vecinas, vasijas vacías; no pidas pocas.
Luego entra, cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos, y vierte el aceite en todas esas vasijas. Y cuando una esté llena, ponla aparte.
Ella se apartó de él y cerró la puerta detrás de sí y de sus hijos. Ellos le traían las vasijas, y ella vertía el aceite.
Y sucedió que cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: — Tráeme otra vasija. Y le respondió: — No hay más vasijas. Entonces el aceite cesó.
Luego ella fue y se lo contó al hombre de Dios, quien dijo: — Anda, vende el aceite y paga tu deuda, y tú y tus hijos vivan de lo que quede.
Aconteció que cierto día pasaba Eliseo por Sunem. Y había allí una mujer importante, quien lo invitó insistentemente a comer. Y sucedía que cada vez que él pasaba, entraba allí a comer.
Entonces ella dijo a su marido: — He aquí, yo sé que este hombre que siempre pasa por nuestra casa es un santo hombre de Dios.
Hagamos un pequeño cuarto en la azotea, y pongamos allí una cama, una mesa, una silla y una lámpara para él, a fin de que cuando venga a nosotros, pueda quedarse allí.
Aconteció que cierto día él llegó por allí, subió al cuarto y se acostó allí.
Entonces dijo a Guejazi, su criado: — Llama a esta sunamita. Cuando la llamó, ella se presentó delante de él;