Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Reyes 4:29-37 verso por verso
Entonces él dijo a Guejazi: — Ciñe tus lomos, toma mi bastón en tu mano y anda. Si encuentras a alguien, no lo saludes. Si alguien te saluda, no le respondas. Y pon mi bastón sobre la cara del niño.
La madre del niño dijo: — ¡Vive el SEÑOR, y vive tu alma, que no me apartaré de ti!
Entonces él se levantó y la siguió. Guejazi se adelantó a ellos y puso el bastón sobre la cara del niño. Pero este no habló ni reaccionó, de modo que Guejazi volvió al encuentro de Eliseo y le dijo: — El niño no se ha despertado.
Cuando Eliseo llegó a la casa, he aquí que el niño estaba muerto, tendido sobre su cama.
Entonces entró, cerró la puerta detrás de ellos dos, y oró al SEÑOR.
Después subió y se echó sobre el niño, su boca sobre su boca, sus ojos sobre sus ojos, y sus manos sobre sus manos. Así se tendió sobre él, y el cuerpo del niño entró en calor.
Luego se volvió y se paseaba por la casa de un lado a otro. Después subió y se tendió sobre el niño, y el niño estornudó siete veces. Luego el niño abrió sus ojos.
Entonces Eliseo llamó a Guejazi y le dijo: — Llama a esta sunamita. Él la llamó, y cuando ella entró, Eliseo le dijo: — Toma a tu hijo.
Cuando ella entró, se echó a los pies de él, y se postró en tierra. Después tomó a su hijo y salió.