Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Samuel 13:1-29 verso por verso
Absalón hijo de David tenía una hermana hermosa que se llamaba Tamar. Y aconteció después de esto que Amnón hijo de David se enamoró de ella.
Amnón estaba angustiado hasta enfermarse por Tamar su hermana; porque siendo ella virgen, le parecía a Amnón difícil hacerle algo.
Pero Amnón tenía un amigo que se llamaba Jonadab hijo de Simea, hermano de David. Jonadab era un hombre muy astuto.
Y le preguntó: — Oh hijo del rey, ¿por qué vas enflaqueciendo así de día en día? ¿No me lo contarás a mí? Amnón le respondió: — Estoy enamorado de Tamar, hermana de Absalón, mi hermano.
Y Jonadab le dijo: — Acuéstate en tu cama y finge estar enfermo. Cuando tu padre venga a verte, dile: “Te ruego que venga mi hermana Tamar para que me dé de comer. Que ella prepare delante de mí una comida, de modo que yo la vea y la coma de su mano”.
Amnón se acostó y fingió estar enfermo. Entonces el rey fue para verlo y Amnón le dijo: — Te ruego que venga mi hermana Tamar y haga delante de mí dos pasteles, para que yo los coma de su mano.
Entonces David envió a Tamar a su casa, diciendo: — Ve, por favor, a la casa de tu hermano Amnón y prepárale una comida.
Tamar fue a la casa de su hermano Amnón, quien se encontraba acostado. Tomó masa, la amasó, hizo los pasteles delante de él y los coció.
Luego tomó la sartén y los sirvió delante de él. Pero Amnón no quiso comer. Y Amnón dijo: — ¡Hagan salir a todos de aquí! Y salieron todos de allí.
Entonces Amnón dijo a Tamar: — Trae la comida al dormitorio para que yo la coma de tu mano. Tamar tomó los pasteles que había cocido y los llevó a su hermano Amnón, al dormitorio.
Cuando ella se los puso delante para que él comiera, él asió de ella y le dijo: — Ven, acuéstate conmigo, hermana mía.
Ella le respondió: — ¡No, hermano mío! ¡No me fuerces, porque no se debe hacer esto en Israel! ¡No hagas tal vileza!
Porque, ¿adónde iría yo con mi deshonra? Tú mismo serías considerado como uno de los hombres viles en Israel. Ahora pues, habla al rey, y él no rehusará darme a ti.
Pero él no la quiso escuchar; sino que, siendo más fuerte que ella, la forzó y se acostó con ella.
Luego la odió Amnón con tal odio, que el odio con que la odió fue mayor que el amor con que la había amado. Y Amnón le dijo: — ¡Levántate; vete!
Ella respondió: — ¡No! Porque este mal de echarme es mayor que el otro que me has hecho. Pero él no la quiso escuchar.
Más bien, llamó a su criado que le servía y le dijo: — ¡Echa a esta fuera de aquí, y pon el cerrojo a la puerta tras ella!
Ella estaba vestida con una túnica de diversos colores, porque así solían vestir las hijas vírgenes del rey. Y su criado la echó fuera y puso el cerrojo a la puerta tras ella.
Entonces Tamar tomó ceniza y la esparció sobre su cabeza, rasgó su túnica de diversos colores que llevaba, puso las manos sobre su cabeza y se fue gritando.
Su hermano Absalón le preguntó: — ¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Calla, pues, ahora, hermana mía. Tu hermano es; no tomes tan a pecho este asunto. Entonces Tamar se quedó desolada en la casa de su hermano Absalón.
Cuando el rey David oyó todo esto, se enojó mucho.
Pero Absalón no habló con Amnón ni para mal ni para bien, pues Absalón odiaba a Amnón por haber violado a su hermana Tamar.
Después de dos años aconteció que Absalón tenía esquiladores en Baal-hazor, que está junto a Efraín, e invitó Absalón a todos los hijos del rey.
Y Absalón fue al rey y le dijo: — He aquí que tu siervo tiene esquiladores. Por favor, que el rey y sus servidores vengan con tu siervo.
El rey respondió a Absalón: — No, hijo mío. No iremos todos, para que no te seamos una carga pesada. Aunque le insistió, él no quiso ir, pero lo bendijo.
Entonces dijo Absalón: — Si no, por favor, que venga con nosotros mi hermano Amnón. El rey le preguntó: — ¿Para qué ha de ir contigo?
Como Absalón le insistió, dejó ir con él a Amnón y a todos los hijos del rey.
Absalón había dado órdenes a sus criados diciendo: “Miren; cuando el corazón de Amnón esté eufórico por el vino y yo les diga: ‘¡Hieran a Amnón!’, entonces mátenlo. No teman. ¿No se los he mandado yo? Esfuércense, pues, y sean valientes”.
Los criados de Absalón hicieron con Amnón lo que Absalón les había mandado. Entonces se levantaron todos los hijos del rey, montó cada uno en su mulo y huyeron.