Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Samuel 14:25-33 verso por verso
En todo Israel no había un hombre tan alabado por su belleza como Absalón. Desde la planta de su pie hasta su coronilla, no había defecto en él.
Cuando se cortaba el cabello (cosa que hacía al final de cada año porque le era pesado, y por ello se lo cortaba), el cabello de su cabeza pesaba dos kilos y medio.
A Absalón le nacieron tres hijos y una hija, que se llamaba Tamar. Ella era una mujer hermosa.
Durante dos años estuvo Absalón en Jerusalén y no vio la cara del rey.
Y Absalón mandó llamar a Joab para enviarlo al rey, pero Joab no quiso venir a él. Lo mandó llamar por segunda vez, pero él no quiso venir.
Entonces Absalón dijo a sus siervos: — Miren, la parcela de Joab está junto a la mía, y allí él tiene cebada. Vayan y préndanle fuego. Los siervos de Absalón prendieron fuego a la parcela.
Entonces Joab se levantó, fue a la casa de Absalón y le preguntó: — ¿Por qué han prendido fuego tus siervos a mi parcela?
Absalón respondió a Joab: — He aquí, yo envié por ti diciendo: “Ven acá para que te envíe al rey y le digas: ‘¿Para qué vine de Gesur? Mejor me hubiera sido quedar aún allá’”. Ahora pues, quiero ver la cara del rey; y si hay culpa en mí, que me haga morir.
Joab fue al rey y se lo informó. Entonces llamó a Absalón, el cual vino al rey y se postró sobre su rostro en tierra ante él. Y el rey besó a Absalón.