Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Samuel 18:1-15 verso por verso
David pasó revista a la gente que estaba con él, y puso sobre ellos jefes de millares y jefes de centenas.
Luego David envió a la gente: una tercera parte al mando de Joab, otra tercera parte al mando de Abisai, hijo de Sarvia y hermano de Joab, y la otra tercera parte al mando de Itai el geteo. Luego el rey dijo al pueblo: — Yo mismo iré también con ustedes.
Pero el pueblo dijo: — No irás; porque si nosotros tenemos que huir, no harán caso de nosotros. Aunque muera la mitad de nosotros, no nos harán caso. Pero tú vales hoy tanto como diez mil de nosotros. Ahora pues, será mejor que nos des ayuda desde la ciudad.
El rey les dijo: — Haré lo que les parezca bien. Entonces el rey se quedó de pie junto a la puerta mientras todo el pueblo salía de cien en cien y de mil en mil.
Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo: — Traten benignamente al joven Absalón, por consideración a mí. Y todo el pueblo escuchó cuando el rey dio orden a todos los jefes acerca de Absalón.
La gente salió al campo al encuentro de Israel, y se dio la batalla en el bosque de Efraín.
Allí cayó el pueblo de Israel ante los servidores de David. Aquel día hubo allí una gran matanza de veinte mil hombres.
La batalla se extendió por toda la región y aquel día el bosque devoró más gente que la que había devorado la espada.
Sucedió que Absalón se encontró con los servidores de David. Absalón iba montado sobre un mulo, y el mulo se metió por debajo del espeso ramaje de una gran encina. A Absalón se le enredó la cabeza en la encina, de modo que quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que estaba debajo de él siguió adelante.
Un hombre lo vio y avisó a Joab diciendo: — He aquí que he visto a Absalón colgado de una encina.
Joab respondió al hombre que le dio la noticia: — Y viéndolo tú, ¿por qué no lo mataste allí mismo, derribándolo a tierra? Yo te hubiera dado ciento diez gramos de plata y un cinturón.
El hombre respondió a Joab: — Aunque yo recibiera en mi mano once kilos de plata, no extendería mi mano contra el hijo del rey, porque nosotros oímos cuando el rey les mandó a ti, a Abisai y a Itai, diciendo: “Cuídenme al joven Absalón”.
Si yo hubiera arriesgado mi vida (y nada se le esconde al rey), tú mismo habrías estado en contra.
Joab respondió: — No perderé mi tiempo contigo. Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, que aún estaba vivo en medio de la encina.
Luego lo rodearon diez jóvenes, escuderos de Joab, e hirieron a Absalón y lo remataron.