• 2 Samuel 18:6

    La gente salió al campo al encuentro de Israel, y se dio la batalla en el bosque de Efraín.

  • 2 Samuel 18:7

    Allí cayó el pueblo de Israel ante los servidores de David. Aquel día hubo allí una gran matanza de veinte mil hombres.

  • 2 Samuel 18:8

    La batalla se extendió por toda la región y aquel día el bosque devoró más gente que la que había devorado la espada.

  • 2 Samuel 18:9

    Sucedió que Absalón se encontró con los servidores de David. Absalón iba montado sobre un mulo, y el mulo se metió por debajo del espeso ramaje de una gran encina. A Absalón se le enredó la cabeza en la encina, de modo que quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo que estaba debajo de él siguió adelante.

  • 2 Samuel 18:10

    Un hombre lo vio y avisó a Joab diciendo: — He aquí que he visto a Absalón colgado de una encina.

  • 2 Samuel 18:11

    Joab respondió al hombre que le dio la noticia: — Y viéndolo tú, ¿por qué no lo mataste allí mismo, derribándolo a tierra? Yo te hubiera dado ciento diez gramos de plata y un cinturón.

  • 2 Samuel 18:12

    El hombre respondió a Joab: — Aunque yo recibiera en mi mano once kilos de plata, no extendería mi mano contra el hijo del rey, porque nosotros oímos cuando el rey les mandó a ti, a Abisai y a Itai, diciendo: “Cuídenme al joven Absalón”.

  • 2 Samuel 18:13

    Si yo hubiera arriesgado mi vida (y nada se le esconde al rey), tú mismo habrías estado en contra.

  • 2 Samuel 18:14

    Joab respondió: — No perderé mi tiempo contigo. Y tomando tres dardos en su mano, los clavó en el corazón de Absalón, que aún estaba vivo en medio de la encina.

  • 2 Samuel 18:15

    Luego lo rodearon diez jóvenes, escuderos de Joab, e hirieron a Absalón y lo remataron.

  • 2 Samuel 18:16

    Entonces Joab tocó la corneta, y el pueblo dejó de perseguir a Israel, porque Joab detuvo al pueblo.

  • 2 Samuel 18:17

    Tomaron después a Absalón, lo echaron en un gran hoyo en el bosque y levantaron sobre él un gran montón de piedras. Y todo Israel huyó, cada uno a su morada.

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