Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Samuel 20:4-22 verso por verso
Después el rey dijo a Amasa: — Convócame a los hombres de Judá para dentro de tres días, y tú preséntate también aquí.
Amasa fue a convocar a Judá, pero se retrasó más del tiempo que le había sido señalado.
Entonces dijo David a Abisai: — Seba hijo de Bicri nos hará ahora más daño que Absalón. Toma tú a los servidores de tu señor y persíguelo, no sea que halle para sí ciudades fortificadas y se nos pierda de vista.
En pos de Abisai salieron los hombres de Joab, los quereteos, los peleteos y todos los valientes. Salieron de Jerusalén para perseguir a Seba hijo de Bicri.
Y cuando estaban cerca de la gran piedra que está en Gabaón, Amasa vino ante ellos. Joab estaba vestido con su uniforme militar y encima llevaba un cinturón y una espada sujeta en su vaina, la cual se le cayó cuando él avanzó.
Joab dijo a Amasa: — ¿Te va bien, hermano mío? Y tomó con la mano derecha la barba de Amasa para besarlo.
Como Amasa no se cuidó de la espada que Joab tenía en la mano, este lo hirió con ella en el vientre y derramó sus entrañas por tierra. Cayó muerto, sin necesidad de un segundo golpe. Después Joab y su hermano Abisai continuaron persiguiendo a Seba hijo de Bicri.
Luego uno de los hombres de Joab se puso de pie junto a Amasa, y dijo: — ¡Cualquiera que esté a favor de Joab y a favor de David, que siga a Joab!
Mientras tanto, Amasa yacía revolcándose en su sangre en medio del camino, y todo el que pasaba se detenía junto a él al verlo. Y viendo aquel hombre que todo el pueblo se detenía, apartó a Amasa del camino al campo, y echó sobre él una manta.
Luego que fue apartado del camino, siguieron adelante todos los hombres tras Joab para perseguir a Seba hijo de Bicri.
Seba había pasado por todas las tribus de Israel hasta Abel-bet-maaca, y todos los de Barim se congregaron y lo siguieron también.
Entonces llegaron y lo sitiaron en Abel-bet-maaca, y construyeron un terraplén contra la ciudad, el cual se apoyaba sobre la muralla exterior. Y toda la gente que estaba con Joab golpeaba el muro para derribarlo.
Entonces una mujer sabia dio voces desde la ciudad: — ¡Escuchen! ¡Escuchen! Por favor, díganle a Joab: “Acércate acá para que yo hable contigo”.
Cuando él se acercó a ella, la mujer preguntó: — ¿Eres tú Joab? Él respondió: — Sí, yo soy. Ella le dijo: — Escucha las palabras de tu sierva. Él respondió: — Yo escucho.
Entonces ella volvió a hablar y dijo: — Antiguamente se solía decir: “El que consulte, que consulte en Abel”. Y así se concluía todo asunto.
Yo soy una de las pacíficas y fieles de Israel, y tú procuras arrasar una ciudad que es madre en Israel. ¿Por qué devorarás la heredad del SEÑOR?
Joab respondió diciendo: — ¡Lejos, lejos esté de mí que yo devore o destruya!
No es así el asunto; sino que un hombre de la región montañosa de Efraín, que se llama Seba hijo de Bicri, ha levantado su mano contra el rey, contra David. Entréguenme solo a él, y me iré de la ciudad. La mujer dijo a Joab: — He aquí que su cabeza te será arrojada de detrás del muro.
La mujer fue a todo el pueblo con su sabiduría, y ellos cortaron la cabeza a Seba hijo de Bicri y se la arrojaron a Joab. Este tocó la corneta, y se retiraron de la ciudad, cada uno a su morada. Y Joab regresó al rey en Jerusalén.