Explicación, estudio y comentario bíblico de 2 Samuel 22:29-46 verso por verso
Ciertamente tú eres mi lámpara, oh SEÑOR; el SEÑOR ilumina mis tinieblas.
Contigo desbarataré ejércitos; con mi Dios saltaré murallas.
“Perfecto es el camino de Dios; probada es la palabra del SEÑOR. Él es escudo a todos los que en él se refugian.
Porque, ¿quién es Dios fuera del SEÑOR? ¿Quién es Roca fuera de nuestro Dios?
Dios es el que me ciñe de vigor, y hace perfecto mi camino.
Hace que mis pies sean ágiles como los del venado, y me mantiene firme sobre mis alturas.
Adiestra mis manos para la batalla; así mis brazos pueden tensar el arco de bronce.
“Me has dado el escudo de tu salvación; tu condescendencia me ha engrandecido.
Tú has ensanchado mis pasos debajo de mí, para que no tiemblen mis tobillos.
Perseguí a mis enemigos y los destruí; no volví sino hasta acabarlos.
Los consumí; los golpeé, y no pudieron levantarse; cayeron debajo de mis pies.
Me ceñiste de poder para la batalla; doblegaste a mis enemigos debajo de mí.
Hiciste que mis enemigos me dieran las espaldas, y destruí a los que me aborrecían.
Clamaron, pero no hubo quien los salvara. Clamaron al SEÑOR, pero él no les respondió.
Los desmenucé como polvo de la tierra; los deshice como lodo de la calle y los aplasté.
“Tú me libraste de las contiendas de mi pueblo, y me guardaste como jefe de las naciones. Aun los pueblos que yo no conocía me sirvieron.
Los hijos de los extranjeros me adulaban; apenas oían de mí, me rendían obediencia.
Los hijos de los extranjeros se desvanecían y salían temblando de sus escondrijos.