Explicación, estudio y comentario bíblico de Apocalipsis 16:1-17 verso por verso
Entonces oí una gran voz que desde el templo decía a los siete ángeles: “Vayan y derramen las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra”.
Fue el primer ángel y derramó su copa sobre la tierra. Y se produjo una llaga dolorosa y maligna sobre los hombres que tenían la marca de la bestia y los que adoraban su imagen.
El segundo ángel derramó su copa sobre el mar. Y se convirtió en sangre como de muerto. Y murió todo ser viviente que estaba en el mar.
El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en sangre.
Oí al ángel de las aguas decir: “Justo eres tú que eres y que eras, el Santo, porque has juzgado estas cosas.
Porque ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas, tú también les has dado a beber sangre, pues se lo merecen”.
Y oí al altar decir: “¡Ciertamente, oh Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos!”.
El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y le fue dado quemar a los hombres con fuego.
Los hombres fueron quemados con el intenso calor y blasfemaron el nombre del Dios que tiene autoridad sobre estas plagas, pero no se arrepintieron para darle gloria.
El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia, y su reino fue convertido en tinieblas. Se mordían las lenguas de dolor
y blasfemaron al Dios del cielo por sus dolores y sus llagas, pero no se arrepintieron de sus obras.
El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y sus aguas se secaron para que fuese preparado el camino de los reyes del Oriente.
Vi salir de la boca del dragón y de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, tres espíritus impuros semejantes a ranas.
Pues son espíritus de demonios que hacen señales, los cuales salen a los reyes de todo el mundo habitado para congregarlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso.
“He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos para que no ande desnudo y vean su vergüenza”.
Y los congregó en el lugar que se llama en hebreo Armagedón.
El séptimo ángel derramó su copa por el aire. Y salió una gran voz del santuario desde el trono, que decía: “¡Está hecho!”.