Explicación, estudio y comentario bíblico de Apocalipsis 9:7-19 verso por verso
El aspecto de las langostas era semejante a caballos equipados para la guerra. Sobre sus cabezas tenían como coronas, semejantes al oro, y sus caras eran como caras de hombres.
Tenían cabello como cabello de mujeres, y sus dientes eran como dientes de leones.
Tenían corazas como corazas de hierro. El estruendo de sus alas era como el ruido de carros que con muchos caballos corren a la batalla.
Tienen colas semejantes a las de los escorpiones, y aguijones. Y en sus colas está su poder para hacer daño a los hombres durante cinco meses.
Tienen sobre sí un rey, el ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego tiene por nombre Apolión.
El primer ay ha pasado. He aquí vienen aún dos ayes después de esto.
El sexto ángel tocó la trompeta. Y oí una voz que salía de los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios,
diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: “Desata a los cuatro ángeles que han estado atados junto al gran río Éufrates”.
Fueron desatados los cuatro ángeles que habían estado preparados para la hora y día y mes y año, para que matasen a la tercera parte de los hombres.
El número de los soldados de a caballo era de dos miríadas de miríadas; yo escuché el número de ellos.
Y de esta manera, vi en la visión los caballos y a los que cabalgaban en ellos, que tenían corazas color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones; y de sus bocas salía fuego, humo y azufre.
La tercera parte de los hombres fueron muertos por estas tres plagas: por el fuego, el humo y el azufre que salían de la boca de ellos.
Pues el poder de los caballos está en sus bocas y en sus colas. Porque sus colas son semejantes a serpientes, y tienen cabezas con las cuales hieren.