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Palomita mía que te escondes en las hendijas de la peña y en los sitios secretos de las terrazas: Déjame ver tu figura; hazme oír tu voz. Porque dulce es tu voz y preciosa tu figura.
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Atrápennos las zorras, las zorras pequeñas que echan a perder las viñas, pues nuestras viñas están en flor.
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¡Mi amado es mío, y yo soy suya! Él apacienta entre los lirios
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hasta que raye el alba y huyan las sombras. ¡Vuelve, oh amado mío! Sé semejante al venado o al cervatillo sobre los montes de las especias.
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