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De noche, sobre mi cama buscaba al que ama mi alma. Lo busqué, pero no lo hallé.
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Pensé: “Me levantaré e iré por la ciudad, por las calles y las plazas, buscando al que ama mi alma”. Lo busqué, pero no lo hallé.
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Me encontré con los guardias que rondan la ciudad y les pregunté: “¿Han visto al que ama mi alma?”.
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