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Su cabeza es oro fino. Sus cabellos son ondulados, negros como el cuervo.
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Sus ojos son como palomas junto a los arroyos de aguas, bañados en leche y sentados sobre engastes.
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Sus mejillas son como almácigos de especias aromáticas que exhalan perfumes. Sus labios son como lirios que despiden penetrante aroma.
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Sus manos son como barras de oro engastadas con crisólitos. Su vientre es como una plancha de marfil, recubierta con zafiros.
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Sus piernas son como columnas de mármol cimentadas sobre bases de oro. Su figura es como el Líbano, escogido como los cedros.
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Su paladar es dulcísimo; ¡todo él es deseable! Así es mi amado y así es mi amigo, oh hijas de Jerusalén.
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