-
Mi amado metió su mano por el agujero de la puerta, y mi corazón se conmovió a causa de él.
-
Entonces me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon perfume de mirra. Mis dedos gotearon mirra sobre la manecilla del cerrojo.
-
Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido; había desaparecido. Se me salía el alma cuando él hablaba. Lo busqué, pero no lo hallé; lo llamé, pero no me respondió.
Continúa después de la publicidad