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Tu talle es como una palmera, y tus pechos como racimos de dátiles.
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Pensé: “¡Subiré a la palmera y me prenderé de sus racimos!”. ¡Sean tus pechos como racimos de uvas, y la fragancia de tu boca como de manzanas!
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Tu paladar es como el buen vino que corre suavemente hacia el amado y fluye por los labios de los que se duermen.
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