Pero si no hay resurrección de muertos, entonces Cristo no resucitó:

Si no hay resurrección general, que es el consecuente, entonces no puede haber resurrección de Cristo, que es el antecedente. La cabeza y los miembros están en pie de igualdad; lo que no es bueno para ellos, tampoco es bueno para Él: su resurrección y la de ellos están inseparablemente unidas. La resurrección de Cristo no habría tenido objeto, si no implicara la nuestra.

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