Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

Si no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Nos resulta más fácil, influenciados como estamos por los sentidos, amar a alguien dentro del alcance de nuestros sentidos que a Uno invisible, apreciable solo por la fe. 'La naturaleza es anterior a la gracia: por naturaleza amamos las cosas vistas antes que las no vistas' (Estio). Los ojos son nuestros guías en el amor. 'Ver es su incentivo' (Oecumenio). Si no amamos a los hermanos, representantes visibles de Dios, ¿cómo podemos amar al Invisible, cuyos hijos son? El verdadero ideal del hombre (como creado a imagen de Dios), perdido en Adán, se realiza en Cristo, en quien Dios se revela como es, y el hombre como debe ser. Hasta que Cristo vino, habíamos perdido el conocimiento tanto del HOMBRE como de DIOS. Así, por la fe en Cristo, aprendemos a amar tanto al verdadero Dios como al verdadero hombre: amamos así a los hermanos por llevar su imagen. "Ha visto": y sigue viendo continuamente.

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