Ciertamente te he edificado una casa para que habites, un lugar establecido para que mores para siempre.

Ciertamente te he edificado una casa. Este es un apóstrofe a Dios, como percibiendo Su acercamiento por la nube y dándole la bienvenida, con humilde pero vivo agradecimiento, para que entre como huésped o habitante de la morada fija y permanente que, por Su mandato, había sido preparada para Su recepción. [La Septuaginta da una versión diferente de este devoto clamor o canción: Tote elaleese Saloomoon huper tou oikou hoos sunetelese tou oikodomeesai auton; Heelion egnoorisen ek ouranoo. Kurios eipe tou katoikein en gnofoo. Oikodomeeson oikon mou, oikon euprepee sautoo ton katoikein epi kainoteetos, ouk idou hautee gegraptai en biblioo tees oodees.

Entonces habló Salomón en favor de la casa cuando terminó de edificarla: Conocía el sol en el cielo, dijo el Señor desde su morada en tinieblas, Edifica mi casa, una casa magnífica para ti, para habitar en novedad. He aquí, ¿no está escrito en el libro del cántico?]

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad