Ahora bien, cuando Daniel supo que la escritura estaba firmada, entró en su casa; y estando sus ventanas abiertas en su cámara hacia Jerusalén, se arrodilló sobre sus rodillas tres veces al día, y oró y dio gracias delante de su Dios, como lo hacía antes.

Ahora bien, cuando Daniel supo que la escritura estaba firmada, y que, por lo tanto, le había sido quitado el poder de advertir al rey en contra de eso,

Entró en su casa, retirándose de la corte que deshonra a Dios.

Y, estando sus ventanas abiertas, no en vano, sino para que no hubiera obstrucción a su vista de la dirección en la que se encontraba Jerusalén, la sede terrenal de Yahvé bajo el Antiguo Testamento, y para que la vista del cielo pudiera atraer apartando su mente de los pensamientos terrenales. A Cristo en el templo celestial dirijamos nuestra mirada en oración desde esta tierra de nuestra cautividad ( "Si ellos (tu pueblo) se acordaren en la tierra adonde fueron llevados cautivos... y ruega a ti hacia su tierra... la ciudad y la casa que he edificado a tu nombre, entonces escucha su oración;",38).

En su cámara, el aposento alto donde los judíos solían orar. No en la azotea, donde sería conspicuo.

Se arrodilló sobre sus rodillas: las actitudes humildes en la oración se convierten en humildes suplicantes.

Tres veces al día. Los tres tiempos de oración eran la hora tercera, sexta y novena; nuestras nueve, doce y tres en punto (cf.).

Oró y dio gracias ante su Dios, como lo hizo en el pasado, no por desacato a la orden del rey, sino de acuerdo con su hábito fijo mucho antes de que se emitiera.

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