Mirad ahora que yo, yo soy, y no hay dios conmigo: Yo mato, y hago vivir; yo hiero, y curo; y no hay quien pueda librar de mi mano.

Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dios conmigo. Aprovecha las lecciones de la querida experiencia, y conserva una convicción permanente en lo sucesivo de la impotencia de los ídolos, y al mismo tiempo del ser y de las perfecciones absolutas del gran Dios que, como soberano gobernante de los hombres, mostrará misericordia y favor a su pueblo, pero infligirá a los que se le oponen una venganza judicial, que ningún poder puede evitar o escapar.

 

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