Y celebraron la fiesta solemne de los panes sin levadura siete días con gozo, porque Jehová los había alegrado, y vuelto hacia ellos el corazón del rey de Asiria, para fortalecer sus manos en la obra de la casa de Dios, Dios de Israel.

Celebraron la fiesta... con alegría, porque el Señor... volvió hacia ellos el corazón del rey de Asiria, es decir, el rey del imperio persa, que ahora incluía las posesiones, y había sobrepasado la gloria, de Asiria, así como de Babilonia y Media (D'Herbelot, 'Bibliotheque Orientale', sub voce 'Noah'). Los tres grandes imperios antiguos fueron frecuentemente vistos y mencionados como iguales bajo diferentes dinastías.

El uso de este título se ha explicado por un motivo diferente, a saber, que este capítulo, junto con los cinco anteriores, fue escrito por Hageo o Zacarías, quienes, al igual que los exiliados judíos más antiguos, estaban acostumbrados a aplicarlo al reyes que los llevaron cautivos (Hervey, 'Genealogy', p. 318; ver Introducción a Ezra).

La disposición favorable que Darío había manifestado hacia los judíos les aseguró la paz y la prosperidad, y los privilegios de su propia religión durante el resto de su reinado. El gozo religioso que tan notablemente caracterizó la celebración de esta fiesta fue atestiguado por expresiones de viva gratitud a Dios, cuyo poder abrumador y gracia convertidora había producido un cambio tan maravilloso en los corazones de los poderosos potentados, y los dispuso, aunque eran paganos, para ayudar a la causa y proveer para la adoración del verdadero Dios.

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