Porque vendidos somos, yo y mi pueblo, para ser destruidos, para ser muertos y perecer. Pero si hubiésemos sido vendidos por siervos y esclavas, me callaría, aunque el enemigo no pudiera compensar el daño del rey.

Estamos vendidos, yo y mi pueblo, para ser destruidos, es decir, por el cruel y pérfido plan de aquel hombre que ofreció una inmensa suma de dinero para comprar nuestro exterminio. Ester se refirió a esta atrocidad contemplada en una variedad de expresiones, que evidenciaban la profundidad de sus propias emociones y tenían la intención de despertar sentimientos similares en el corazón del rey.

Pero si nos habían vendido por siervos y siervas, me había callado. Aunque era una gran calamidad para los judíos, la esclavización de ese pueblo podría haber enriquecido el erario nacional y, en todo caso, la política, si se descubría por la experiencia que era mala, podía ser modificada. Pero la destrucción de ese pueblo sería un mal irreparable, y todos los talentos que Amán pudiera verter en el tesoro no podrían compensar la pérdida de sus servicios.

 

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