E hizo el candelabro de oro puro; labrado a martillo hizo el candelero; su fuste y su rama, sus tazones, sus botones y sus flores eran de lo mismo:

Hizo el candelabro de oro puro. Los lectores prácticos estarán dispuestos a decir: '¿Por qué hacer tales obras con el martillo, cuando podrían haber sido moldeadas mucho más fácilmente, un proceso con el que estaban bien familiarizados?' La única respuesta que se puede dar es que se hizo según el orden. No tenemos ninguna duda, pero hubo razones para un orden tan distintivo, algo significativo que no nos ha sido revelado (Napier).

Todo aquel edificio sagrado estaba dispuesto con el fin de inculcar a través de cada parte de su aparato los grandes principios fundamentales de la revelación. Cada objeto simbolizaba una verdad importante; cada mueble era el jeroglífico de una doctrina o de un deber; en el piso y a lo largo de los costados de ese edificio móvil se exhibía, mediante signos emblemáticos dirigidos a la vista, todo el esquema correctivo del Evangelio.

No es fácil determinar hasta qué punto esta instrucción espiritual fue recibida por cada generación sucesiva de israelitas. Pero el tabernáculo, al igual que la ley de la que formaba parte, era un maestro de escuela para Cristo; y al igual que las paredes de las escuelas se ven tachonadas de figuras pictóricas, mediante las cuales los niños, de una manera nivelada a sus capacidades y adecuada para detener sus mentes volátiles, son mantenidos en constante y familiar recuerdo de las lecciones de piedad y virtud, así el tabernáculo estaba destinado, por sus muebles y todos sus arreglos, a servir como una 'sombra de las cosas buenas por venir'

Desde este punto de vista, las minuciosas descripciones dadas en este capítulo con respecto al arca y el propiciatorio, la mesa de los panes de la proposición, el candelabro, el altar del incienso y el aceite santo, eran de la mayor utilidad e importancia; y aunque hay algunas cosas que eran apéndices meramente ornamentales, como los nudillos y las flores, sin embargo, al introducirlos en el tabernáculo, Dios mostró la misma sabiduría y bondad que ha hecho al introducir flores reales en el reino de la naturaleza, para atraer y gratificar el ojo del hombre.

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