Pero cuando el Faraón vio que había un respiro, endureció su corazón y no los escuchó, como el SEÑOR había dicho.

El Faraón vio que había un respiro, y endureció su corazón. Pero muchos, mientras sufren las consecuencias de sus pecados, hacen promesas de enmienda y obediencia que luego olvidan; y así Faraón, cuando vio que había un respiro, volvió a endurecerse.

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