Y también del hijo de la esclava haré una nación, porque es tu simiente.

También del hijo de la esclava haré una nación.

'¡Qué grandes acontecimientos surgen de pequeños comienzos!'

¿Qué podría ser aparentemente más insignificante que esta pelea familiar: el estallido de celos femeninos en la tienda de un jefe pastoril hace unos cuatro mil años? Y sin embargo, por medio de la amarga animosidad y el odio de Sara, que hizo necesaria la separación de las familias de Abraham, la providencia de Dios cumplió su importante designio de criar dos naciones independientes, que desde entonces existen en el mundo; ambas están cumpliendo un destino especial, y los rasgos distintivos especiales de ambas forman uno de los capítulos más interesantes e instructivos de la historia del mundo.

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